miércoles, 8 de abril de 2009

DE LA REPRODUCTIBILIDAD TECNICA Y TODO LO DE MAS


El cine es el agente más poderoso con el que cuenta la reproductibilidad técnica, debido a que es en él, donde se encuentra lo relevante y característico que trae consigo la reproducción sistemática de obras artísticas. El valor exhibitivo es visible a simple vista, y la perdida de lo cultual de la obra artística se refleja de manera grotesca en la esencia del trabajo cinematográfico. "Todo esto en el contexto de lo estético burgués". La estética burguesa hace mención especialmente al movimiento artístico proveniente del nuevo mundo: Estados Unidos, en el cual la concepción estética está basada simplemente en el valor comercial y exhibitivo de la obra de arte. Dentro de este mismo contexto, se comienza a habar de la muerte del arte. La muerte del arte es un término controversial, que hace alusión a la crisis del arte que se vive en el siglo XX. Las dificultades de las relaciones entre arte y sociedad, que tras la primera guerra mundial había suscitado un encendido debate entre las corrientes, se agrava tras la segunda guerra, hasta el punto que se considera inevitable, inminente (o quizás ya ocurrida) la muerte del arte. Por otro lado, está el significado meramente artístico por lo que se vislumbraría la muerte. En sí, son los propios artistas los que amenazan con la muerte del arte, en la misma ciudad capitalista, que se declara dispuesta a integrar el arte en su funcionalidad económica. La muerte del arte no es más que una especie de represalia contra toda la funcionalidad del arte. Es preciso señalar que la muerte del arte, se supone se gestó en Europa, por todo lo que el sistema capitalista producía, sin embargo; los capitalistas (y el capitalismo en su esencia), veían simplemente la muerte del arte como un cualidad o extensión de las nuevas tendencias provenientes de un nuevo estilo. Con la muerte del arte, se puede contar con la muerte segura de la experiencia. La muerte de la experiencia se lleva a cabo por esta sistemática reproducción de obras artísticas. Al ser el arte una mera industria, se pierde la experiencia aurática, que tiene el público con la obra original y desvanece por otra parte la experiencia práctica, o sea, la que viene de la mano con el artista mismo y su creación. Es claro, la reproductibilidad técnica inhibe todo esto, y por consiguiente, tenemos un adelgazamiento de la memoria en nuestra sociedad. Con la nueva concepción para el arte de parte de sociedades capitalistas, la capacidad mental del individuo disminuye considerablemente, privándolo de hacer un uso eficaz en la utilización de esta misma. El sistema es tan fuerte, que es imposible no ir hacia donde él conduce, por lo mismo, el ser humano esclaviza su intelecto y por ende su memoria.

Hablar de testificación histórica, es sin duda alguna, hablar de historia propiamente tal. La movilización total, para con el siglo XX es realmente emblemática. Todas las revoluciones, las guerras, los destacados acontecimientos políticos y sociales, han hecho de este siglo, un siglo verdaderamente excéntrico. Sabemos que la crisis del arte, se encuentra enmarcada dentro de las más amplia y grave crisis entre cultura y poder. En lo político, después de la Segunda Guerra mundial, el mundo quedo dividido en dos grandes bloques, el Soviético, y el Norteamericano, que luchaban incansablemente por trascender su ideología. Tras el fin de la vanguardia revolucionaria, con la caída de la Unión Soviética, la investigación estética quedó paralizada, y no hay indicios de que se haya recuperado el llamado realismo socialista. Después de esta victoria capitalista, el mundo (y por ende el arte), quedó bajo su dominio. Pero por otro lado, la situación de países del Oriente de Europa, especialmente en Checoslovaquia, Polonia y Yugoslavia, la situación era distinta. En ellos, ciertos movimientos de vanguardia, se habían enfrentado enérgicamente al intento de los académicos de hacer valer los favores del poder político. Dentro de este contexto (el político), se entiende que las políticas parlamentarias y políticas de masas, de uno u otro modo, son participes de los acontecimientos del siglo XX, y que subyugadas o no al sistema predominante, son importante influjo para el desarrollo de lo concerniente a la Reproductibilidad Técnica; por eso mismo, las manifestaciones artísticas, comienzan a ser realizadas (aunque no todas), con fines políticos, entendiéndose con ello su apoyo o rechazo al gobierno.

Entre todo este ajetreo, podemos concebir la guerra como una herencia más, de la convulsionada sociedad del siglo XX. De una manera superflua, podemos decir que la guerra es la expresión culminante de la destrucción sistemática y organizada del hacer para destruir, de una sociedad que se define como de consumo. Ahora, desde un punto de vista artístico se puede decir que: “la guerra es el punto culminante y final, donde llegan todos los esfuerzos esteticistas, y que sólo ella, hace posible dar término a los movimientos de cultura de masas a gran escala, conservando a su vez, las condiciones heredadas de la propiedad.” Dentro de todo lo aparentemente nocivo, es posible rescatar la permanencia aurática del teatro. Según Walter Benjamín, éste, se puede considerar cultual, cuando es puesto en escena libremente, sin ser difundido por el cine, ya que al serlo, pierde su facultad cultual y pasa a tener un valor puramente exhibitivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario